París siempre será París

A las pocas semanas de que los ejércitos de la Wehrmarcht hubiesen entrado en Polonia y se hubiesen encargado, con sorprendente celeridad, de someter al gobierno y a sus ciudadanos, en París la gente cantaba en los bares incluso en las calles: «Paris sera toujours Paris». Maurice Chavalier la cantó como nadie para animar a sus compatriotas a resistir la invasión Nazi, pero antes de que la continuación de “La Gran Guerra” se convirtiera en una nueva pesadilla, los parisinos cantaban esa canción por otro motivo.

Los paralelismos y las similitudes de los acontecimientos del pasado con los hechos actuales no hacen más que confirmarnos lo que ya sabemos: el hombre, como especie, es propenso a tropezar dos veces en la misma piedra. Cuando ya parecía evidente que Hitler no se iba a conformar con expandir las fronteras alemanas para conseguir su tan ansiado “espacio vital”, nadie en Europa quería una guerra, no solo porque nadie en sus cabales desea una guerra, sino porque los ciudadanos europeos, y los franceses eran el mejor ejemplo, aún recordaban los estragos que produjo “La Gran Guerra” y se encontraban exhaustos y con las heridas todavía sin cerrar. Los parisinos querían seguir disfrutando del razonable progreso que se había producido en toda Europa en los años 30 y no querían ni oír hablar de que tendrían que volver a las armas y por eso cantaban alegremente: «Paris sera toujours Paris» para decir a sus dirigentes que París quería ser una fiesta y que no estaban dispuestos a entrometerse en otra sangrienta guerra.

Lo que ocurrió después ya lo sabemos todos y las consecuencias fueron terribles, las más terribles de la historia de la humanidad.

Cuando Putin decidió invadir Ucrania, muy pocos pensábamos que ese hecho podría llegar a ocurrir, pero una vez que la realidad nos espabiló enseguida fuimos muchos los que nos dispusimos, de forma entusiasta, a ayudar a los ucranianos de todas las formas que estaban de nuestra mano.

Muchos pensábamos que este conflicto no debería durar mucho. Que las sanciones y los actos de autoafirmación de la OTAN deberían ser suficiente para que Putin echara el freno a este infame conflicto, pero parece que los últimos acontecimientos nos indican que el conflicto se va a prolongar y que esta certeza ha generado una severa inflación que ya estamos notando en nuestros bolsillos y una crisis energética que se va a acentuar este invierno y ya veremos lo que dura.

La cuestión ahora es saber qué nivel de sacrificio estamos dispuestos a asumir mientras dure la guerra. Los europeos de ahora, que en nuestra gran mayoría no hemos conocido un gran conflicto militar, nos parecemos a los europeos de los años 30, que sí que habían conocido los efectos devastadores de la guerra, en que no queremos poner en juego nuestro bienestar con carencias ni nuestra paz que, al menos hasta ahora, parecía inquebrantable.

Ya solo los que más años han cumplido y algunos pocos a los que les sigue interesando la Historia se acuerdan de esa canción: «Paris sera toujours Paris» y del significado que tuvo antes y después de la II Guerra Mundial, pero creo entrever que ya son muchos los europeos que comienzan a entonar, sin ningún tipo de pudor, el mismo mensaje que lanzaban los parisinos cuando cantaban esta canción en los cabarets y en las calles de París meses antes de que el cielo se obscureciera durante unos largos años.

Publicado por fransardon

Soy un activista social interesado en opinar.

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