La vivienda es un derecho constitucional fundamental que tenemos todos los ciudadanos, pero más que un derecho, si cabe, se trata de la consecución de uno de los anhelos más sustanciales que tenemos todas las personas: la autonomía, la independencia y la libertad. ¿Quién no ha soñado en tener su propia vivienda, su casa, su hogar, el lugar dónde refugiarse, el espació dónde descansa tu intimidad? La vivienda es mucho más que una edificación y representa un importante logro en las etapas vitales que vamos superando todas las personas.
Sin embargo, al día de hoy, miles de personas con discapacidad no pueden llegar a cumplir esta significada etapa que representa tener una vivienda que se adecúe a sus necesidades y, de esa forma, poder vivir de una forma inclusiva y en sociedad. Como seguimos comprobando, aún quedan muchos aspectos ha mejorar y muchos estadios conceptuales ha superar para la verdadera inclusión social de las personas con discapacidad y el acceso a una vivienda accesible, asequible e inclusiva sigue siendo uno de estos aspectos.
La accesibilidad sigue siendo una asignatura pendiente en nuestra sociedad. A pesar de que está demostrado que la accesibilidad universal y el diseño para todos beneficia a todas las personas en todas las etapas y circunstancias de la vida, seguimos siendo las personas con discapacidad, casi en exclusiva, quienes demandamos y reivindicamos esta necesidad imperiosa y ahí necesitamos más aliados para seguir promoviendo este derecho. En relación a la vivienda, aún se sigue edificando sin cumplir la Ley de accesibilidad, entre otros motivos, porque en materia de edificación cada comunidad autónoma acaba adaptando los principios de la accesibilidad a su conveniencia que no siempre es lo que mas conviene al conjunto de los ciudadanos.
Otro de los aspectos más hirientes de la falta de accesibilidad en las viviendas es la reforma pendiente de la Ley de Propiedad Horizontal, la Ley por la que se regula e funcionamiento de las comunidades de vecinos. Aquí reivindicamos desde hace mucho tiempo que todas las actuaciones de accesibilidad que soliciten vecinos con discapacidad o mayores de setenta años sean obligatorias realizar con independencia de su coste siendo una obligación para la comunidad llevarlas a cabo. Muchas personas con discapacidad y muchas personas mayores son esclavos de sus propias viviendas de las que no pueden salir sin ayuda de una o varias personas por la falta de un ascensor o de una rampa. La vivienda, ese lugar dónde debemos encontrarnos como en casa, se torna para miles de personas en una especie de cárcel a la que le condena una sociedad que sigue sin contemplar la accesibilidad como un eje vertebrador de la comunidad y de todas las políticas y actuaciones que van dirigidas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
La falta de accesibilidad sigue siendo al día de hoy la circunstancia por la que más se sienten discriminados las personas con discapacidad a pesar de que existe todo un compendio normativo que obliga a que todos los entornos, productos y servicios sean accesibles. La Convención Internacional sobe los Derecho de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas, firmada y ratificada por España, así lo establece y la propia Constitución española, en su artículo 47.
No poder acceder a una vivienda accesible, asequible e inclusiva mutila las aspiraciones legitimas de las personas con discapacidad de vivir una vida digna, autónoma y contributiva y sitúa a miles de personas en los márgenes de la sociedad. Debe ser un compromiso de todos, pero especialmente de quienes tienen la posibilidad y la responsabilidad de gobernar revertir esta situación entendiendo y aplicando la accesibilidad de una forma transversal a todas las políticas y poniendo en marcha medidas urgentes que faciliten, a través de la vivienda, la emancipación de las personas con discapacidad, así como su inclusión.
Capítulo aparte, pero en la línea de este artículo, hay que poner el foco de la urgencia en resolver la situación de esos miles de personas, personas mayores en la mayoría de los casos, que por motivos de su edad han perdido movilidad y no pueden salir de sus viviendas. Lo peor del ser humano sale a relucir cuando somos incapaces de resolver en una comunidad de vecinos un problema de accesibilidad para que nuestros mayores, nuestros vecinos, las personas que en muchos casos han compartido buena parte de nuestras vidas, puedan seguir viviendo con dignidad pudiendo entrar y salir de sus viviendas sin depender de nadie.
¡Reforma de la Ley de Propiedad Horizontal Ya!